miércoles, 13 de julio de 2011

Richard Avedon


(Nueva York, 1923) Fotógrafo estadounidense. Empezó a practicar la fotografía a la edad de diez años: su primer modelo fue el compositor ruso Serguéi Rachmaninov, amigo personal de sus padres. Estudió la disciplina en la New School of Social Research, después de lo cual realizó trabajos para revistas de moda como Harper's Bazaar (1946-1965), Vogue (1966-1990) y el semanario The New Yorker. Avedon se convirtió en uno de los fotógrafos de moda más influyentes del siglo, con un estilo caracterizado por el constante juego entre contrastes, tanto visuales (negro y blanco) como conceptuales (sofisticación y frivolidad). Entre sus trabajos más destacados cabe señalar así mismo numerosos retratos, a menudo austeros y hieráticos. En 1959 se publicó la primera antología de su obra fotográfica, Observations, seguida más adelante por Nothing personal (1974) y Portraits (1976), entre otras.


Sus retratos, aparentemente sencillos pero profundamente psicológicos, de personalidades famosas y desconocidas posando frente a un inmaculado fondo blanco, muestran a un cuidadoso fotógrafo capaz de plasmar en papel fotográfico rasgos inesperados de los rostros de personajes de la envergadura de Truman Capote, Henry Miller, Humphrey Bogart o Marilyn Monroe, entre muchos otros.

Su método era sencillo pero efectivo, la derrota anímica del contrario fotografiado a través de largas y cansadas sesiones de hasta cuatro horas. Así desnudo, el retratado e indefenso era capaz de mostrar su personalidad más sincera.


Además del gran formato utilizado para sus fotografías de moda o retratos, desarrolló una obra en paralelo, utilizando el paso universal, que refleja sus vivencias más personales, como viajes o recuerdos familiares.
Algo muy profundo subyace a lo largo de toda la obra de Avedon y, sin embargo, no siempre se ha acertado a concretar en los trabajos realizados en torno a su figura. Es una preocupación sincera, pero a veces elegantemente obsesiva.




El tiempo, la vejez y sus tensiones, resulta ser el motivo fundamental en la obra de Avedon. Vemos en su arte cómo nos habla directamente del paso del tiempo y su influencia en el ser humano, y, cómo no, del camino hacia la muerte. Son esos retratos descontextualizados que aparecen ante la cámara sin maquillaje, fatigados o tristes, tal y como se encontraban en ese momento, los que claramente denotan esta inquietud. El final de su libro Portraits (1976), por ejemplo, culmina de forma tremenda pero magistralmente tratada con una serie de siete fotografías de su padre envejeciendo gradualmente hasta que parece haberse integrado en la luz que le rodea.



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